martes, 10 de agosto de 2010

El sabor del lenguaje

Candela gateaba por entre las sillas del salón. Tocaba con sus deditos las migas de pan esparcidas por las baldosas y se las llevaba a la boca dispuesta a descubrir lo ignoto. Ésta sabe así, pensaba, y ésta otra, así, y ésta... diferente. Le faltaban unos años para encontrar las palabras exactas, unos años aún para nublar la vista de su aprendizaje innato y convertirlo en producto de su consciencia. Disfruta ahora, le decía su padre. Después todo quedará reducido a letras.

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