Una vez desarrollada la tolerancia suficiente al dolor y la fatiga iniciales, estoy experimentando un significativo fortalecimiento de mi disciplina. El cansancio no me abate más que físicamente mientras mi mente queda despierta y planea viajes imposibles. Donde antes veía esterilización del espíritu creativo, ahora encuentro el revulsivo a la vez que el obstáculo, siempre salvable, para sentarme a escribir. No hay nada cómo no tener tiempo para ser capaz de aprovecharlo.
Se me cierran los parpados, ajenos al ritmo de mis sinapsis.
Mañana empezaré un relato.
viernes, 27 de noviembre de 2009
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